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VINO AZUL: ¿HA LLEGADO PARA QUEDARSE?

Hoy, en Barman Academy, hablamos de una bebida que está en boca de todos, ya sea por innovador o por polémico, pero en cualquier caso por dinamitar y restablecer un nuevo concepto en un sector tan tradicional como el vinícola: el vino azul.

Lo primero que debemos saber es que estamos ante todo un fenómeno social, ya que más allá de su sabor, el vino (o casi vino) azul produce una imagen muy diferente a la habitual, algo que en estos tiempos tan visuales, con la repercusión de páginas como Instagram, hace que rápidamente se haya convertido en toda una tendencia. Basta con que una persona con influencia suba una bonita foto con una copa de vino azul para que miles de personas sientan la necesidad de hacerlo.

El color azul es un pigmento muy bien elegido por los primeros creadores de este vino (de los que luego hablaremos), ya que evoca la frescura, el movimiento y la innovación. Algo que llama la atención de una gran generación, la millenial, que por lo general no había heredado el gusto por el vino.

Sin embargo, esta estrategia de color no es nueva, puesto que ya existían el blue vodka, el curaçao, o el blue gin, por ejemplo, bebidas con tonos azulados que han funcionado muy bien en las coctelerías de todo el mundo, mucho antes de que el vino azul apareciese por primera vez (hace 3 años).

Hoy en día y debido a la demanda de este producto, son muchas las marcas que producen este tipo de bebida, como Marqués de Alcántara, un vino del Desierto de Tabernas (Almería), que es un 100% chardonnay, un no espumoso afrutado y fresco, y de un color azul cobalto. Además es fermentado en frío, lo que potencia los aromas frutales de su producto, que evocan a mango, piel de melocotón y manzana.

Otro vino azul muy importante es el Vindigo, también procedente de Almería, pero esta vez distribuido por el empresario francés René Le Bail, quien ha expandido la demanda de este vino por todo el sur de la costa francesa, donde no ha parado de cosechar éxito.

GÏK

Pero sin duda, hay que reconocer a los pioneros de todo: seis jóvenes españoles de la Universidad del País Vasco, que decidieron probar a romper moldes y revolucionar el sector del vino, un mercado muy clásico y perfecto para su propósito: cambiar el escenario y atraer a una generación joven, que no se había criado con la cultura del vino. Así crearon Gïk, la primera marca de vino azul.

Salieron al mercado en 2015, y a pesar de solo distribuirse desde su plataforma virtual, no tardó en convertirse en toda una tendencia, multiplicando sus ventas día tras día, en una imparable crecida de la demanda.

Precios bajos, 8-10€ por botella con envío gratuito a través de su web, y una bebida muy visual y muy fácil de beber, con un sabor agradable, ligeramente ácido y con notas afrutadas y dulces. Todo envuelto en un espíritu moderno y desenfadado, donde, según sus creadores, no se necesita de cursos de enología para disfrutar, tan solo relajarse. Una de sus máximas es “no vendemos vino a los puristas sino a los hijos de los puristas”.

Gracias a la buena acogida, ya son cerca de 500.000 las botellas vendidas, con presencia en más de 25 países, como China o Japón, muchos países de Europa o Sudamérica, y EEUU, donde han llegado hace poco, para multiplicar su éxito. En España, además de a través de su web, se vende en 300 puntos de ventas como El Corte Inglés o los duty free de los aeropuertos.

LA CRÍTICA

Esta revolución, que empezó como un juego, o una provocación al mercado más purista, no tardó en levantar ampollas desde el sector más tradicional, que ven este producto como una profanación al vino.

Algunas de las cosas que denuncian son, que esta elaboración se acerca más al marketing que a otra cosa, e insulta a los productores que ponen su vida en ello. Así como que el color del vino da mucha información y es una pena perdérsela por un pigmento sin sentido. En definitiva, que hay muchas formas de revolucionar el mundo del vino, sin alterar químicamente, aunque sea de origen natural, el producto.

Por ello demandaron para que no se denominara como vino, cosa que consiguieron mediante procedimientos legales, que obligaron a descatalogar este producto (en España) como tal. Tras la sentencia, y a partir del 2017, se han visto obligados a categorizarlo dentro de otras bebidas alcohólicas, y denominarlo como bebida alcohólica en base a vino (99%) y mosto (1%).

Esto no debió sentar muy bien en Gïk, que lejos de quedarse de brazos cruzados, contraatacaron, y bajo el hashtag #FreedomofColor, lanzaron una petición a través de la plataforma Change.org, para que se les permitiese denominar su bebida como vino azul.

Sin embargo, de momento no les queda más remedio que aceptar esta categorización, incluso parecen querer quitar hierro al asunto: “Para nosotros nuestro producto nunca fue un vino sino como una revolución, no es como lo que ofrece la industria, reconocemos que cometimos un error de etiquetado”.

UN EQUIPO DIFERENTE

«En realidad no tenemos nada que ver con el vino. Ni si quiera nos gusta. Hace unos años nos sentamos y buscamos un sector tradicional, en el que hiciese falta una vuelta de tuerca, y que nos apeteciese liarla. Cogimos el vino porque es la bebida que representa la sangre de Cristo, es muy de nuestra tierra y lleva muchos siglos sin cambiar. Y puestos a blasfemar, convertirlo en azul era lo más divertido que podíamos hacer», cuentan los componentes de Gïk.

Una respuesta muy acorde a la filosofía de trabajo de estos jóvenes agitadores, que no se habían relacionado nunca con el mundo vinícola. De hecho los co-fundadores, todos menores de 30 años, son un diseñador gráfico (Taig Mac Cathy), un DJ (Aritz López), dos ingenieros informáticos (Iñigo Alday y Gorka Maiztegi), una estudiante de estudios empresariales (Sheila Aguilar) y un experto en marketing y administración (Imanol López).

Ahora el equipo lo componen 6 personas más, que completan un equipo joven y dinámico, en su centro de operaciones de Portugalete (Vizcaya), una oficina de 80 metros cuadrados donde el mayor espacio lo ocupan las guitarras eléctricas y la batería, que aseguran tocar cuando se aburren, ya que son músicos amateurs.

¿POR QUÉ AZUL?

Afirman que cuando empezaron no tenían claro qué hacer, y debido a su inexperiencia en casi todos los ámbitos, leyeron muchos libros sobre gestión, marketing, mercados… Así fue como dieron con Blue ocean strategy (La estrategia del océano azul), de W.Chan Kim y Renée Mauborgne, donde exponen el concepto del océano rojo, donde están los tiburones voraces que se pelean por el mismo público y que se comen a los peces más pequeños, y el azul, un océano de oportunidades para que los recién llegados, y donde gracias a la innovación todo el mundo puede nadar con libertad.

Reconocen que la idea poética de transformar el océano rojo en azul, es decir, el vino rojo en azul, les inspiró. Con esta motivación, y con la ayuda de la Universidad del País Vasco y la empresa AZTI Tecnalia, se propusieron a investigar para conseguirlo.

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«Cuanto más profundo es el azul, mayor es su capacidad de atracción sobre el hombre; un llamado infinito que gesta en el deseo de espiritualidad y pureza».

– V. Kandinsky

ELABORACIÓN Y CATA

Como comentábamos, con el apoyo de la UPV y empresas agroalimentarias, investigaron mucho para conseguir el tono azul. Gracias el equipo ingenieros químicos de I+D, desarrollaron un proceso tecnológico de pigmentación y edulcoración, que combina pigmentos naturales y procesos químicos de sintetización.

A una mezcla de uvas blancas y tintas, se le añaden dos pigmentos totalmente orgánicos que aportan el color azul, la antocianina (presente en la piel de la uva tinta), y la indigotina (presente en una flor azul).

Las antocianinas son potentes antioxidantes, por lo que ofrecen propiedades anti-envejecimiento y protectoras frente al estrés oxidativo celular, y previenen ciertas enfermedades degenerativas, como las de la vista.

Está elaborado 100% con uvas españolas, procedentes de distintas bodegas de Zaragoza, la Rioja y Navarra. No lleva azúcares añadidos, sino endulzado con edulcorantes no calóricos, apostando por una alternativa más saludable, y tiene un contenido alcohólico de 11.5º.

Cabe destacar que todo el proceso está regulado por la European Food Safety Authority, cumpliendo con la normativa y pasando todos los rigurosos controles de calidad.

El resultado, además del llamativo tono azul índigo, es una bebida fácil de beber y adaptada a todo el mundo, con un sabor suave, fresco y dulce, muy de verano, con aromas a fruta madura y con una acidez suave. El producto ha tenido bastante buena aceptación tanto en catas a ciegas como en catas de profesionales.

Se recomienda tomar fresquito, siempre por debajo de los 10ºC, pero nunca más frío de los 4-5ºC. Ideal para fiestas veraniegas y para cualquier aperitivo, ellos mismo recomiendan maridarlo con sushi, guacamole o carbonara, a lo que añadimos que también casa muy bien con pescados blancos, mariscos y con carnes blancas a la brasa.

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EL FUTURO

Lo cierto es que solo el tiempo dirá si este fenómeno ha sido una moda o si realmente ha venido para quedarse.

Pero más allá de debates, que los hay, es un hecho irrefutable que este producto ha renovado la industria y ha atraído a un público que antes no tenía, con mucha gente joven y muchas mujeres.

Como se ha podido comprobar, la innovación era, y sigue siendo, necesaria. Al final, y pese a la normativa, no deja de estar elaborado 100% con uva, siendo muy parecidos a los vinos blancos, por lo que la atracción de ese nuevo público al sector vinícola en general parece bastante factible.

Desde Barman Academy, somos unos grandes amantes del vino tradicional, y creemos que la oferta actual es muy buena, pero no por ello cerramos las puertas a la llegada de esta innovadora y revolucionaria llegada.

Además, y llevándonoslo a nuestro terreno, este producto puede ser muy apropiado para ciertos cócteles, como fantásticas versiones del Gin Tonic o  del Martini.

Hay momentos para todo. Y para todos.

Hasta la próxima!

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